01 noviembre 2011

La Mujer que da Direcciones

Recién llegado a Melfi me encontré con la Mujer que da las Direcciones. La que decimos...y sus clases de como caminar. Me ha observado con comprensión. Comprensión que viene de sus experiencias familiares, sí, seguro que sí. Llegar a un lugar vacío no es lo mismo que llegar a un lugar con esta mujer. Llegar a un lugar no es lo mismo que llegar a un lugar y que justo la mujer no estuviera, o sea, es otro vacío.
Esta mujer es generosa. No se cansa de dar direcciones. Se diría que le causa placer hacerlo. Esta mujer es informada, al menos en materia de direcciones, pero es claramente una autodidacta, se nota a la legua cuando da las direcciones. "Hacés el codito", "donde topa","Doblá a la derecha porque te tragás la casa" y cosas parecidas que obviamente no pertenecen al vocabulario de un doctorado en direcciones. Un doctor en direcciones habla en metros, en grados, un doctor en direcciones debe saber otras cosas para obtener el título. No se trata sólo de dar direcciones.
Un doctor en direcciones sabe el código de direcciones de memoria al derecho y al revés, en braile y en sánscrito. El examen te lo toman un habitante del antiguo imperio romano, un azteca que participó en la construcción de la primera pirámide azteca, un dinosaurio, una serpiente bilingüe. Y todos sabemos que los animales, si no exponés con claridad, si no lo tenés bien memorizado y lo decís con coherencia, los animales no te entienden. El azteca y el romano están siempre en pedo y lamentándose por el fracaso de sus respectivas comunidades en el pasado. Contáselo a los Griegos.
Yo le digo al romano que la romana es una nacionalidad muerta, como sucede con el Latín en el tema lenguas. Pero el romano, este romano, no habla latín. Latín es una palabra hueca para él, como la palabra presidente para nosotros los argentinos.
Pero a la mujer que da direcciones esto le parece superficial. Ella no ve nacionalidades, no ve imperios, no ve colectiveros, no ve taxistas, no ve porteños, no ve asesinos. Ella ve seres humanos necesitados.
La señora que da direcciones se estresa del solo hecho de pensar que no llegarás a destino. Se mortifica recordando algunos errores del pasado, como cuando una mañana de resaca la detuvo una automovilista que venía vestida de monja. La monja le preguntó sobre la dirección de la iglesia del pueblo, y la señora que da direcciones, mientras daba las directivas había cometido 2 equivocaciones fatales, debido al mareo, que derivaron en la muerte de la monja luego de caer con su automovil en un precipicio. Porqué 2 girar a la izquierda no son lo mismo que 2 girar a la derecha ¡Que terrible accidente!
Creo que ya es hora de tomar en serio la posibilidad de una guía de direcciones que desbarate el monopolio de las guías telefónicas.

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